Las células del tejido suberoso son unidades muertas y llenas de aire. La oquedad de éstas se debe a que el crecimiento y suberificación de las membranas pierden el contenido celular.
La disposición que presentan es bastante regular, en hiladas radiales y encajadas unas en otras gracias a su forma geométrica formando en conjunto tandas circulares superpuestas. Y debido, precisamente, a esa disposición, posee el corcho gran parte de sus cualidades, tales como la elasticidad y la resistencia.
La membrana celular contribuye a las características específicas del corcho. Esta pared que separa los huecos citados anteriormente se halla formada por cinco capas: dos celulósicas, que son las que están en contacto con la cavidad celular; otras dos, suberificadas, de espesor notablemente mayor, y la quinta, lignificada, y por otra parte la más interior de todas, constituida a su vez por dos tabiques de espesor microscópico, íntimamente ligados. Las dos capas intermedias suberificadas, compuestas por estratos de suberina y cera, alternantes, son las que prestan al corcho la elasticidad especial que tanto lo avalora.
Las células están atravesadas por los "plasmodermos", canalillos cuyo diámetro tiene una dimensión aproximada de 6x10 mm, y que, conectando unas células con otras, hacen que un grupo de ellas actúen como un sistema de vasos comunicantes, es decir, que tienen lugar movimientos complejos de vapor de agua, en un sentido u otro, según predominen los macroporos o los microporos.
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